A los 53 años, el cineasta argentino está llegando al final de la que tal vez resultó la apuesta más arriesgada en su carrera. Tras ganar el Oscar a la mejor película extranjera con El Secreto de sus Ojos, Campanella dedicó todos sus esfuerzos a la dirección de una película de animación en tres dimensiones (3D), un campo en el que carecía de experiencia.
Cuando otro de los productores, Gastón Gorali, le propuso adaptar el cuento de Roberto Fontanarrosa Memorias de un Wing Derecho, nada hacía pensar que la idea terminaría desembocando en un guión al que luego se sumaría el escritor Eduardo Sacheri y una coproducción argentino-española con un presupuesto que creció de U$S 17 a U$S 22 millones, que demandó recursos informáticos superiores a los que puede tener un banco de primera línea y reunió a un equipo de hasta 300 especialistas de todo el mundo en Catmandú, el estudio del Bajo Belgrano, en la Ciudad de Buenos Aires.
“Recién ahora, cuando se está haciendo composición, yo estoy un poco más desligado”, cuenta desde Atlanta. Y dice que actualmente le está dedicando a Metegol “una hora y media por día, cuando vuelvo de la filmación y veo los planos que me mandan desde Buenos Aires y les digo ‘pongamos más en foco esto o menos en foco lo otro’, pero son detalles de último momento. Mis últimos tres años fueron esta película y ese período de locura y felicidad que fue cuando hicimos El Hombre de tu Vida al mismo tiempo. Ahí engordé 20 kilos y dormía cuatro horas por día”, recuerda.
Su productora, 100 Bares (que se está fusionando con Catmandú), se había originado también como un estudio de efectos visuales y eso también lo acercó más al mundo de la animación. “Había gente que trabajó conmigo en El Secreto de sus Ojos que ahora está en Metegol. Es como que me surgió naturalmente la ambición de hacer algo en animación, algo que ya habíamos hecho con muy buen resultado en El Secreto de sus Ojos, no sólo para la escena del estadio, que es la más famosa, sino en las otras 197 tomas de efectos visuales que tiene la película.”
Campanella admite que se volvió más exigente con la calidad de la película a medida que veía que lograban resultados que no tenían mucho que envidiarles a los grandes estudios de animación. “El nivel que tiene la película no tiene antecedentes en toda América latina”, anticipa. Sin embargo, Metegol tiene rastros del cine tradicional: los actores que hicieron las voces tuvieron que “actuar” las escenas, la cantidad de personajes en la pantalla es inusual para una película de animación tradicional, contó con la participación del legendario director de fotografía Félix Monti y los animadores tuvieron que ver fragmentos de una película de Orson Welles como parte de los intentos de Campanella por explicarles el estilo que pretendía para algunas escenas de Metegol.
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